¿Puede el color convertirse en una herramienta terapéutica? La psicología del color, disciplina que estudia cómo éstos influyen en las emociones y el comportamiento, ha adquirido relevancia en el ámbito médico, especialmente en pediatría. Por ejemplo, el azul o el verde generan sensaciones de calma y serenidad, mientras que el rojo puede inducir alerta o ansiedad. Estas reacciones no son solo culturales, sino que también se reflejan en respuestas fisiológicas observables.
En el entorno hospitalario, se ha comprobado que el uso estratégico del color puede reducir el estrés, mejorar el bienestar e incluso influir en ritmos circadianos y presión arterial [1]. En unidades pediátricas, su impacto es aún más notorio: los niños se sienten más tranquilos y colaborativos en espacios decorados con tonos cálidos y luminosos. Un estudio publicado en Health Environments Research & Design Journal evidenció que colores y formas adecuadas pueden mejorar la percepción del entorno y favorecer el bienestar emocional de los pacientes infantiles [2].
La influencia del color también se extiende a la indumentaria del personal de salud. Se ha observado que los niños atendidos por profesionales que visten uniformes en tonos suaves presentan menores niveles de ansiedad en comparación con aquellos tratados por personal que usa el tradicional blanco [3]. Esta misma lógica se aplica a la presentación de los medicamentos: el color de una pastilla o jarabe puede influir en cómo el paciente percibe su efecto. Por ejemplo, los tonos rojos o amarillos suelen asociarse a efectos estimulantes, mientras que los azules o verdes evocan calma. Aunque estas asociaciones puedan parecer sutiles, tienen un impacto real en la aceptación y adherencia al tratamiento [4][5].
Estas observaciones muestran que el color, lejos de ser un mero elemento decorativo, desempeña un papel funcional en múltiples niveles del entorno terapéutico, desde la ambientación de los espacios y los uniformes del personal hasta la apariencia de los medicamentos.
Entonces, ¿el color puede considerarse una herramienta clínica? Incorporar los principios de la psicología del color en la atención pediátrica no es solo una cuestión estética, sino una estrategia respaldada por evidencia científica para reducir la ansiedad, mejorar la colaboración del paciente y favorecer su recuperación.