La pandemia de COVID-19 sufrida el año 2020 trajo consigo profundas transformaciones a la población, y no solo en materias de salud. Uno de estos, es el aumento en el tiempo que se pasa frente a pantallas electrónicas (televisores, computadores, consolas de videojuegos, celulares o tabletas). Es especialmente impactante en preescolares o niños menores a 5 años, ya que puede afectar significativamente en la adquisición y desarrollo del lenguaje, y en la salud socioemocional [1]. Además, durante esta etapa, los padres tienen un mayor control sobre el uso de dichos dispositivos, por lo que resulta fundamental establecer límites y supervisión adecuada.
El incremento del uso de pantallas en la niñez se asocia a menor actividad física, sedentarismo, y peor calidad del sueño. Estudios en Estados Unidos y Canadá muestran que incluso antes de la contingencia sanitaria, los niños le dedicaban unas 1,9 horas al día [2].
¿Sin embargo, existirían beneficios relacionados al “consumo” de estos medios? Durante las pasadas cuarentenas se pudieron analizar algunos beneficios en el desarrollo infantil. Un reciente estudio observó que el vocabulario y la comprensión lectora de preescolares fue la misma que si hubiesen recibido métodos de educación tradicionales [3]. Para generar estos aspectos positivos es sumamente relevante la calidad del contenido digital, el cual debe estar adecuadamente diseñado, ser apropiado y con metas educativas específicas. También hay evidencia que respalda el uso de e-books y otras aplicaciones para construir un temprano hábito de lectura [4]. Sin embargo, mientras que el tiempo en pantalla puede ayudar al aprendizaje, debe ser supervisado por un adulto. De todas formas, los preescolares aprenden mucho mejor lenguaje y vocabulario a través de interacciones en directo con sus cuidadores.
Pero a pesar de esta ganancia, sí existen riesgos en el uso de pantallas. Un metaanálisis asoció la mayor cantidad de exposición a la televisión con menores habilidades lingüísticas entre los 3 y 4 años [5]. Es especialmente dañina la exposición a la televisión como música o sonido de fondo ya que afecta negativamente la adquisición del lenguaje, desarrollo cognitivo y la fundación de habilidades ejecutivas (atención, memoria, y control de impulsos) especialmente en menores a 5 años. No hay beneficios establecidos en la exposición de infantes a la televisión bajo los 2 años con la excepción de videollamadas para mantener relaciones a larga distancia.
Finalmente, y debido a este análisis, se recomienda para niños de 2 a 5 años [6]: conectar lo que se está viendo con la vida real, priorizar el contenido o aplicaciones educacionales evitando programas comerciales o populares, combinar con juegos activos o creativos, establecer límites de tiempo y lugares, seleccionar tipos de contenidos y priorizar la interacción entre los niños a través de conversaciones, juegos y rutinas atractivas.
Referencias:
[1] Kostyrka-Allchorne K, Cooper NR, Simpson A. The relationship be- tween television exposure and children’s cognition and behaviour: A systematic review. Develop Rev 2017;44: 19–58.
[2] Canadian Society for Exercise Physiology (CSEP). Canadian 24-Hour Movement Guidelines for the Early Years (0-4 years): Infants, Toddlers and Preschoolers; An Integration of Physical Activity, Sedentary Behaviour and Sleep: https://csepguidelines.ca/ guidelines/early-years/ (Accessed March 8, 2022).
[3] Gaudreau C, King YA, Dore RA, et al. Preschoolers benefit equally from video chat, pseudo-contingent video, and live book reading: Implications for storytime during the coronavirus pandemic and be- yond. Front Psychol 2020; 11: 2158.
[4] Radesky JS, Schumacher J, Zuckerman B. Mobile and interactive media use by young children: The good, the bad, and the unknown. Pediatrics 2015;135(1): 1–3.
[5] Madigan S, McArthur BA, Anhorn C, Eirich R, Christakis DA. Associations between screen use and child language skills: A systematic review and meta-analysis. JAMA Pediatr 2020;174(7): 665–75.
[6] Ponti, M. (2023). Screen time and preschool children: Promoting health and development in a digital world. Paediatrics & Child Health, 28(3), 184-192.