El avance en el conocimiento biológico del ser humano y sus enfermedades, el desarrollo de nuevas tecnologías y tratamientos, así como los cambios culturales y sociales desafían la relación médico-paciente. En este contexto, algunos médicos se distancian del paciente, evitan emociones y centran su actuar fundamentalmente en hechos biomédicos. Pero esta postura de despreocupación -es decir, "no dejarse conmover ni influir emocionalmente por el paciente"-, en lugar de ayudar al proceso de curación, lo obstaculiza.
En el presente artículo publicado en el Journal of the Royal Society of Medicine, David Ian Jeffrey, médico miembro del departamento de medicina paliativa de la Universidad de Edimburgo, propone que la lectura de las obras de William Shakespeare puede ser una forma creativa de mejorar la empatía y la relación médico-paciente. Pero ¿por qué la obra de Shakespeare resulta útil para potenciar la empatía? El autor propone algunas ideas.
El Poeta y dramaturgo inglés describe el mundo desde el punto de vista de la otra persona, no solo desde su comprensión, sino desde sus emociones y sus perspectivas morales, animando a la audiencia a sentir empatía tanto con los héroes como con los villanos. Su narrativa crea un espacio para la interpretación y la reflexión. Precisamente, crear ese espacio de reflexión es una parte central de la práctica clínica y la educación médica.
Shakespeare también podía ver una situación desde múltiples puntos de vista. En el rey Lear, Kent insta a Lear a “ver mejor”. Esto no es simplemente un consejo para un rey que toma malas decisiones morales, sino un llamado a explorar las razones detrás del comportamiento de otro, no solo a reaccionar ante las cosas al pie de la letra. Nos muestra también que la empatía puede desarrollarse. Al comienzo de “La Tempestad”, Próspero carece de sentimientos empáticos en su trato severo hacia Ariel y Calibán, pero a medida que pasa el tiempo, se acerca y se identifica con sus enemigos. Shakespeare adopta la perspectiva orientada al otro, imaginando sufrir la experiencia del otro. Es esta perspectiva orientada hacia otros la que evita que el médico pierda de vista al paciente como persona.
Una ética basada en la empatía es fundamental para el comportamiento ético del médico. Las obras de Shakespeare también se refieren a los dilemas éticos de la vida cotidiana. Él deja los juicios morales a su audiencia, involucrándolos sin aportar ninguno de sus puntos de vista éticos, e inspira emoción en su audiencia, el orador debe sentir primero la emoción por sí mismo. Experimentar emociones permite a un médico concentrarse en su trabajo y puede ser utilizado para guiar sus respuestas en una situación particular.
Estudiar a Shakespeare altera nuestras suposiciones y prejuicios. Nos muestra cómo vivir con la incertidumbre, para aceptar que a menudo no hay una única respuesta correcta. Su trabajo impone una pausa ética en la que una persona puede dar un paso atrás y pensar profundamente en otras personas y en sus vidas. Sus obras resultan útiles para estudiantes y médicos y los insta a pensar en la historia del paciente, estimulando su capacidad para ver el mundo a través de los ojos del otro. En conclusión, las obras de Shakespeare pueden ampliar la comprensión del sufrimiento de los pacientes desarrollando una práctica reflexiva imaginativa y ampliando la curiosidad clínica.
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Referencia:
1. Jeffrey, D. I. (2021). Shakespeare’s empathy: enhancing connection in the patient–doctor relationship in times of crisis. Journal of the Royal Society of Medicine, 114(4), 178-181.