La música ha acompañado al ser humano desde sus orígenes, hay evidencia de su práctica en rituales religiosos y de curación en diferentes culturas, desde la prehistoria. Aunque existen escritos que recogen su uso con intención curativa desde tiempos remotos, solo a partir del siglo XIX e inicios del XX se comenzaron a recopilar en mayor cantidad.
Actualmente, la Asociación Americana de Musicoterapia (AMTA) define la musicoterapia como “el uso controlado de la música con el objeto de restaurar, mantener e incrementar la salud mental o física”.
En relación con sus efectos, los científicos parten de la base de que ciertas afecciones se originan en el cerebro, transmitiendo estímulos a partes del cuerpo y generando una enfermedad; la musicoterapia busca anular o contrarrestar dichos estímulos que producen el malestar.
La música transmite al cerebro información auditiva, motora y visual. Cuenta con una red específica para su procesamiento, la cual es compartida con otras funciones cerebrales, ahí nace la actividad rehabilitadora.
Los cambios neurofisiológicos ocasionados por el procesamiento sonoro musical demuestran que la música favorece la plasticidad cerebral. Por ello puede concebirse como un estímulo potencialmente rehabilitador.
Si bien la gestación no es un estado de enfermedad, sí representa un período de ansiedad y estrés para la mujer por los numerosos cambios emocionales, físicos y sociales a los que se enfrenta. Diversas investigaciones señalan qué síntomas de ansiedad, depresión o estrés de la madre durante el embarazo pueden repercutir en su futuro hijo.
Un reciente estudio publicado en la revista Archives of Gynecology and Obstetrics realizado en 172 mujeres embarazadas en la Clínica de Ginecología y Obstetricia del Hospital Universitario de Düsseldorf en Alemania, evidenció los prometedores efectos de la música y, en particular del canto, sobre el bienestar materno y la percepción de cercanía durante la gestación.
Cantar resulta placentero porque se libera dopamina, un neurotransmisor que nos hace sentir bien. Las mujeres embarazadas al cantar también segregan serotonina que regula el estado de ánimo y propicia la sensación de bienestar, con lo cual se reducen los dolores, mejora la respiración y postura. Además, la pelvis y el esqueleto de la embarazada actúan como una cámara de resonancia y amplifican la transmisión de sonidos. Lo primero que escucha el feto son los latidos del corazón y la voz de su madre.
Las intervenciones prenatales de música y canto podrían ser una opción fácil y efectiva de implementar, además de mejorar el estado de ánimo y el bienestar de la futura madre y reforzar el vínculo madre-hijo.
Finalmente, en estudios posteriores sería interesante investigar los efectos de una intervención de canto en una muestra de alto riesgo, por ejemplo, mujeres que sufren depresión prenatal.
Referencias:
- Wulff V, Hepp P, Wolf OT, et al. The effects of a music and singing intervention during pregnancy on maternal well-being and mother-infant bonding: a randomised, controlled study. Arch Gynecol Obstet. 2021;303(1):69-83.
- Jauset-Berrocal JA, Soria-Urios G. Neurorrehabilitación cognitiva: fundamentos y aplicaciones de la musicoterapia neurológica. Rev Neurol 2018;67 (08):303-310.