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Noticia / 25 de Septiembre de 2018
Quien canta su mal espanta

Cantar no es sólo una actividad humana que divierte o facilita la expresión de emociones y sentimientos. El canto permite liberar endorfinas, ejercitar la respiración y mejorar la circulación sanguínea en diversos órganos y sistemas, y hoy es posible afirmar que toda forma de canto se asocia con efectos beneficiosos para el organismo y contribuye a un mejor estado de salud.

Aunque por años ha sido considerado una forma de entretenimiento más que una terapia, recientes estudios demuestran los efectos positivos que tiene cantar para el tratamiento de condiciones como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el asma, el Parkinson, algunos trastornos del ánimo y la demencia.

El artículo de revisión que ahora comentamos1, recopila información reciente sobre los beneficios que tiene el canto a nivel de sistema respiratorio, cardiovascular y neuroendocrino.

Los beneficios a nivel respiratorio son los que más claramente han sido asociados con el canto. El refuerzo de la musculatura del diafragma y el aumento de la eficiencia respiratoria hacen que cantar mejore los índices respiratorios en pacientes ancianos o afectados por algún trastorno pulmonar.

El sistema circulatorio también se beneficia al cantar. Grape y cols2 observaron que cantantes profesionales presentaban mayor variabilidad del ritmo cardiaco (VRC) comparado con cantantes amateur utilizados como control; es decir, los cantantes profesionales presentaban mayor desviación de la media en la duración de cada latido, lo que da cuenta de un mejor funcionamiento de los mecanismos de control del sistema áutonómico.

Una VRC baja, no solo es factor de riesgo para un ataque cardiaco y arritmia, también ha sido relacionada con desórdenes psiquiátricos tales como ansiedad y depresión. Cantar tiene efectos favorables sobre la presión arterial. Los estudios de Eller y cols3 muestran que el promedio de presión arterial en cantantes profesionales es significativamente menor que los valores de presión observados en músicos instrumentistas.

En cuanto a salud mental, cantar reduce la ocurrencia de episodios depresivos. Un estudio4 realizado a 210 adultos durante 18 meses concluyó que el grupo que cantaba (108 individuos) desarrolló menos episodios de depresión, y mostró mayores niveles de resiliencia, mejor calidad de vida y soporte social, en comparación al grupo control (102 individuos).

Fancourt y cols5 evaluaron el impacto sobre el stress y la respuesta inmune, demostrando que la práctica de un número determinado de sesiones de canto coral disminuye los niveles de cortisol y aumenta significativamente las citoquinas IL-17, IL-2; IL-4 y TNFα. Otros ensayos también han revelado que el canto aumenta los niveles de inmunoglobulina A (IgA), secretada a la sangre como una de las primeras barreras de defensa contra las infecciones de la vía aérea superior6.

En cuanto al efecto sobre la liberación de neuropéptidos, Keeler y cols7 observaron un aumento en la concentración de oxitocina luego de la interpretación de una canción. La oxitocina ha sido considerada como una de las hormonas clave del comportamiento social y afectivo; y se cree que aumenta la confianza y reduce el carácter negativo.

Finalmente, Weistein y cols8 sugirieron una relación entre cantar y la sensación de dolor. Individuos que pertenecían a un coro presentaban mayor liberación de endorfinas y más tolerancia al dolor que individuos control.

Tal como lo demuestran los estudios revisados en este artículo, la aplicación terapéutica del canto pareciera ser efectiva para reducir los síntomas en diversas patologías y para aumentar el bienestar personal. Entonces: ¡La próxima vez que escuche su canción favorita, asegúrese de subir el volumen y… cante! No importa si desafina. ¡Sólo atrévase!

Si usted tiene interés por conocer en detalle estos trabajos, o necesita buscar mayor información acerca del tema, puede tomar contacto con Centro SAVAL en el sitio web http://centro.saval.cl, o directamente en la red de centros y oficinas ubicadas en distintas ciudades del país.

1. Kang, J., Scholp, A. & Jiang, J. J. A Review of the Physiological Effects and Mechanisms of Singing. Journal of Voice (2018). doi:10.1016/j.jvoice.2017.07.008
2. Grape, C., Sandgren, M., Hansson, L.-O., Ericson, M. & Theorell, T. Does singing promote well-being?: An empirical study of professional and amateur singers during a singing lesson. Integr. Physiol. Behav. Sci. (2002). doi:10.1007/BF02734261
3. Eller, N. et al. Health and lifestyle characteristics of professional singers and instrumentalists. Occup. Med. (Chic. Ill). (1992). doi:10.1093/occmed/42.2.89
4. Sun, J. & Buys, N. Effects of Community Singing Program on Mental Health Outcomes of Australian Aboriginal and Torres Strait Islander People: A Meditative Approach. Am. J. Heal. Promot. (2016). doi:10.1177/0890117116639573
5. Fancourt, D., Aufegger, L. & Williamon, A. Low-stress and high-stress singing have contrasting effects on glucocorticoid response. Front. Psychol. (2015). doi:10.3389/fpsyg.2015.01242
6. Kreutz, G., Bongard, S., Rohrmann, S., Hodapp, V. & Grebe, D. Effects of choir singing or listening on secretory immunoglobulin A, cortisol, and emotional state. J. Behav. Med. (2004). doi:10.1007/s10865-004-0006-9
7. Keeler, J. R. et al. The neurochemistry and social flow of singing: bonding and oxytocin. Front. Hum. Neurosci. (2015). doi:10.3389/fnhum.2015.00518
8. Weinstein, D., Launay, J., Pearce, E., Dunbar, R. I. M. & Stewart, L. Group music performance causes elevated pain thresholds and social bonding in small and large groups of singers. Evol. Hum. Behav. (2016). doi:10.1016/j.evolhumbehav.2015.10.002