El término combina las palabras tecnología e interferencia, y fue creado para identificar la interrupción del tiempo en familia provocada por el uso de dispositivos tecnológicos [1].
Esto ocurre cuando aparatos electrónicos, especialmente los teléfonos móviles, interfieren en nuestras interacciones con otras personas. En momentos en que podríamos estar conectando con nuestra familia, dirigimos la atención a las pantallas. Esta situación es más frecuente de lo que imaginamos y afecta significativamente nuestra comunicación.
La forma más común en que la tecnoferencia impacta nuestras relaciones es a través del uso del celular. Actividades como navegar en redes sociales, revisar correos electrónicos o enviar mensajes de texto desvían nuestra atención de quienes nos rodean. Este comportamiento se conoce como phubbing o desaire telefónico [2].
Diversas investigaciones indican que un mayor tiempo frente a las pantallas puede afectar negativamente el nivel de actividad física de los niños, así como su capacidad para regular las emociones y mantener la atención. Esto se debe a que la tecnología puede distraer a los padres, haciéndoles perder momentos clave para conectar con sus hijos. En algunos casos, la distracción llega al punto de comprometer la seguridad infantil [3].
Es fundamental que los padres acuerden reglas claras en el hogar sobre el uso de la tecnología. Estas estrategias son efectivas solo si se aplican de forma coherente. Además, tendrán un mayor impacto si se implementan junto con los hijos. Aunque los límites específicos pueden variar según la edad o situación de cada integrante de la familia, la estrategia general debe ser compartida por todos. Los niños observan y aprenden del comportamiento de los adultos, por lo que, si las reglas no se cumplen de manera constante, será menos probable que ellos las respeten.
El uso de tecnología por parte de los padres en presencia de sus hijos se ha asociado negativamente con aspectos cognitivos y psicosociales, así como con un mayor tiempo de pantalla en los niños, aunque estos efectos parecen ser de magnitud pequeña. Sin embargo, se necesita más investigación centrada en los posibles impactos sobre la actividad física, el sueño y las habilidades motoras. Comprender estas asociaciones es clave para fundamentar futuras investigaciones y establecer directrices que minimicen los posibles efectos negativos de la tecnoferencia en el desarrollo infantil temprano [4].
Referencias:
[1] Sarah M Coyne. Cara Swit. Hailey G Holmgren. Parental Technoference-Small Effects, Big Questions. JAMA Pediatr. 2025 May 5. doi: 10.1001/jamapediatrics.2025.0679. Online ahead of print.
[2] Engin Karadağ. Şule Betül Tosuntaş. Evren Erzen et al. Determinants of phubbing, which is the sum of many virtual addictions: a structural equation model. J Behav Addict. 2015 Jun;4(2):60-74. doi: 10.1556/2006.4.2015.005. Epub 2015 May 27.
[3] Lyndsay Jerusha Mackay. Jelena Komanchuk. K Alix Hayden et al. Impacts of parental technoference on parent-child relationships and child health and developmental outcomes: a scoping review protocol. Syst Rev. 2022 Mar 17;11(1):45. doi: 10.1186/s13643-022-01918-3.
[4] Marcelo Toledo-Vargas. Kar Hau Chong. Claudia I Maddren et al. Parental Technology Use in a Child's Presence and Health and Development in the Early Years: A Systematic Review and Meta-Analysis. JAMA Pediatr. 2025 May 5;179(7):730-737. doi: 10.1001/jamapediatrics.2025.0682. Online ahead of print.