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Noticia / 25 de Noviembre de 2025
Todo comienza en el intestino

El microbioma intestinal, conformado por una comunidad diversa de microorganismos, desempeña un papel esencial en la regulación de procesos metabólicos, inmunitarios y neurológicos. Su desequilibrio se ha asociado con múltiples patologías, entre ellas enfermedades metabólicas como la diabetes y la obesidad, trastornos autoinmunes y afecciones psiquiátricas [1].

En el ámbito de las enfermedades metabólicas y autoinmunes, este ecosistema microbiano influye de manera significativa en la modulación de la inflamación, el metabolismo energético y la respuesta inmunitaria. Las alteraciones en la microbiota pueden modificar la sensibilidad a la insulina y el almacenamiento de grasa, favoreciendo la inflamación crónica y la resistencia a la insulina, factores clave en estas patologías. Asimismo, la disbiosis puede inducir respuestas inmunes anómalas que contribuyen a la progresión de enfermedades autoinmunes, como la esclerosis múltiple [2][4] .

En cuanto a la salud mental, el eje intestino-cerebro-microbioma ha adquirido especial relevancia. Las comunidades microbianas intestinales influyen en la función cerebral y el comportamiento mediante la producción de neurotransmisores y metabolitos, además de modular la inflamación neuroinmune. Diversos estudios han demostrado que alteraciones específicas en estas comunidades se relacionan con cuadros de depresión y ansiedad, asociados a un aumento de la permeabilidad intestinal y a la inflamación sistémica, factores que impactan directamente el sistema nervioso central [3].

La evidencia actual subraya la importancia del microbioma como un elemento central en la fisiopatología de múltiples enfermedades y como una oportunidad para nuevas intervenciones clínicas. Es fundamental que los profesionales de la salud consideren su evaluación y modulación en la práctica diaria, con el objetivo de mejorar el pronóstico y transformar el abordaje de patologías complejas. El futuro de la medicina podría depender de este cambio silencioso: este conjunto de microorganismos se perfila como la clave para abrir nuevas posibilidades terapéuticas.

Referencias:

[1] Koliada, A., Syzenko, G., Moseiko, V., Budovska, L., Puchkov, K., Perederiy, V., ... & Vaiserman, A. (2017). Association between body mass index and Firmicutes/Bacteroidetes ratio in an adult Ukrainian population. BMC Microbiology, 17(1), 120. https://doi.org/10.1186/s12866-017-1027-1
[2] Lloyd-Price, J., Arze, C., Ananthakrishnan, A. N., Schirmer, M., Avila-Pacheco, J., Poon, T. W., ... & Huttenhower, C. (2019). Multi-omics of the gut microbial ecosystem in inflammatory bowel diseases. Nature, 569(7758), 655-662. https://doi.org/10.1038/s41586-019-1237-9
[3] Valles-Colomer, M., Falony, G., Darzi, Y., Tigchelaar, E. F., Wang, J., Tito, R. Y., ... & Raes, J. (2019). The neuroactive potential of the human gut microbiota in quality of life and depression. Nature Microbiology, 4(4), 623-632. https://doi.org/10.1038/s41564-018-0337-x
[4] Jie, Z., Xia, H., Zhong, S. L., Feng, Q., Li, S., Liang, S., ... & Wang, J. (2017). The gut microbiome in atherosclerotic cardiovascular disease. Nature Communications, 8(1), 845. https://doi.org/10.1038/s41467-017-00900-1