Antes de la aparición de una vacuna contra la viruela, diversos fueron los intentos por generar inmunidad en la población.
Los niños eran vestidos con ropas impregnadas con el material infeccioso emanado desde las pústulas de los enfermos o bien se frotaba sobre una incisión realizada previamente en la persona a proteger. La así llamada “variolación” salvó vidas, pero presentaba serios peligros y fue preciso encontrar una alternativa más segura de inmunización.
Siglos después, uno de los pilares del control de la pandemia de COVID-19, el enmascaramiento facial universal, podría convertirse en una forma de “variolación” capaz de reducir la gravedad de la enfermedad y garantizar que una mayor proporción de nuevas infecciones por SARS-CoV2 sea asintomática.
Así lo plantean los inmunólogos de la Universidad de California, En Estados Unidos, Monica Gandhi y George W. Rutherford en un artículo publicado en la revista The New England Journal of Medicine. Según ellos, las mascarillas podrían filtrar las gotas contenedoras del virus, reduciendo así el inóculo viral al cual se expone una persona. Considerando que el inóculo viral resulta relevante para determinar la gravedad del SARS-CoV2, el uso de estos dispositivos podría incrementar la proporción de infecciones asintomáticas.
Algunas evidencias avalan la hipótesis. Países que han adoptado el enmascaramiento universal reportan menores tasas de enfermedades graves y muertes relacionadas con COVID-19. Un experimento en que se simuló el enmascaramiento de hámsters mostró que los animales “enmascarados” tenían menos probabilidades de infectarse y si lo hacían, fueron asintomáticos o exhibían síntomas más leves que los “no-enmascarados”. Finalmente, los pasajeros de un crucero argentino que recibieron mascarillas quirúrgicas presentaron una tasa de infección asintómatica del 81%, en comparación con un 20% de asintomáticos en brotes de cruceros sin enmascaramiento universal.
Aunque se requieren más estudios para probar la hipótesis de la variolación, cualquier medida de salud pública que aumente la proporción de infecciones asintomáticas y disminuya las muertes por COVID-19 debe ser considerada. Por el momento, la creciente evidencia sugiere que el enmascaramiento facial en toda la población podría potenciar ambos componentes de la respuesta antiviral.
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Referencia:
Gandhi, M., & Rutherford, G. W. (2020). Facial Masking for Covid-19—Potential for “Variolation” as We Await a Vaccine. New England Journal of Medicine. DOI: 10.1056/NEJMp2026913